20 junio, 2011

¿Formar comunicadores o comunicólogos?

¿Formar comunicadores o comunicólogos? El debate en torno a la comunicología como ciencia aplicada

Por Norma Macías y Diana Cardona, profesoras e investigadoras de la Universidad Intercontinental


Entendemos la importancia de que el estudio de la comunicación sea abordado científicamente y la imperiosa necesidad de que su práctica tenga un fundamento conceptual, metodológico y técnico producto de una ciencia: la Comunicología. Sin embargo, nacer en el siglo XX privó a esta disciplina de concebirse como ciencia, ya que su método ha sido cuestionado y menospreciado por muchos. Se condenó llamar a la disciplina por el propio fenómeno que estudia: Comunicación (como si la Sociología fuera una ciencia llamada Sociedad).

Tras 15 años dedicadas a la docencia de la comunicación, tarde o temprano surgen reflexiones sobre lo que es y lo que no es nuestra disciplina, sobre lo que deberíamos estar haciendo a nivel teórico aquellos que nos dedicamos al estudio de la comunicación humana. Es inevitable cuestionarse respecto a la estructura básica del conocimiento que impartimos en las aulas y la forma como un alumno puede aplicarlo en la sociedad. Formamos profesionistas que tendrán que insertarse en un campo laboral que, además de saturado, ha sido construido eclécticamente, agrupando oficios distintos entre sí bajo la misma denominación profesional.


Imagen y prejuicios sobre el comunicólogo

A partir de una investigación para actualizar los planes de estudio (1) de la Universidad Intercontinental se mostraron datos poco alentadores sobre las perspectivas para los comunicólogos:

* Poca identidad como gremio profesional;
* Colocación en puestos auxiliares o mandos medios;
* Contratación para trabajos técnicos o administrativos;
* Bajos salarios;
* Prejuicio de los empleadores acerca de que el comunicólogo es creativo, pero informal, sin estructura mental organizada ni madera de líder o director de área;
* Falta de conocimiento sobre el perfil de la carrera y la utilidad de contratar a un comunicólogo (especialmente en el sector industrial).

Los resultados no son sorprendentes si revisamos la formación tradicional del comunicólogo en las universidades. Como es sabido, en los estudios de comunicación tenemos dos campos de enseñanza casi deslindados por completo:

* El desarrollo de habilidades técnicas para el manejo de los medios masivos y
* La enseñanza de teorías de la comunicación combinadas con fundamentos sociológicos, filosóficos, crítica ideológica y todo aquello que suene a cultura general.

El origen del debate

El porqué de esta dicotomía se encuentra en el nacimiento de la propia disciplina en la década de los cincuenta, pues el estudio de la comunicación se estructuró como disciplina diferenciada en el momento en el que aparecieron los medios de comunicación masiva y fue necesario nutrir a ese campo laboral emergente de personas con cierto oficio para el manejo de éstos (en un sentido primordialmente operativo –técnico–, más que conceptual).

Por otro lado, la necesidad de justificar este campo como estudio universitario y acreditarlo como disciplina obliga a elevar el nivel de reflexión y asumir al estudiante como crítico social.

Es así que tenemos más de 50 años formando profesionistas que no logran acoplar sus saberes teórico-prácticos a las verdaderas necesidades sociales en el campo de la comunicación humana.

Tras reflexionar en la verdadera función social de un comunicólogo, nos dimos a la tarea de proponer un perfil educativo para un profesionista capaz de diagnosticar problemas comunicativos o encontrar áreas de oportunidad para resolverlos. Es decir, un estratega de la interacción social. (2)


El entendimientode la comunicación

Hablar de una disciplina presupone un estudio más o menos riguroso que tiene una forma de mirar al mundo o algún aspecto de él, que la diferencie de otras aproximaciones a la realidad.

Tal disciplina deberá no sólo construir una metodología de trabajo para desentrañar aquello que se haya puesto como centro de interés y diseñar herramientas propias que le auxilien en tal labor. También deberá elegir ciertas formas de conocer y de nutrir su búsqueda con el material de otras ciencias para construir, entonces sí, su marco teórico y el conocimiento derivado de combinar mirada, teoría, metodología, investigación y aplicación del saber generado a la realidad.

Si la metodología empleada tiene las características del método científico, entonces el estudio o disciplina podrá denominarse ciencia porque preverá las reacciones de su objeto al enfrentarlo a situaciones similares.

En las observaciones modernas del pensamiento científico se refiere que no es la posibilidad de emplear lenguaje matemático en algunas teorías como mide la cientificidad, sino en la capacidad de preguntarse y teorizar. Partiendo de lo anterior, se desarrollan modelos, presuposiciones y formas de enfrentar la comprensión de la realidad.

Entendemos la importancia de que el estudio de la comunicación sea abordado científicamente y la imperiosa necesidad de que su práctica tenga un fundamento conceptual, metodológico y técnico producto de una ciencia: la Comunicología.

Sin embargo, nacer en el siglo XX privó a esta disciplina de concebirse como ciencia, ya que su método ha sido cuestionado y menospreciado por muchos. Se condenó llamar a la disciplina por el propio fenómeno que estudia: Comunicación (como si la Sociología fuera una ciencia llamada Sociedad). También se le denominó como una síntesis de conocimientos de otras ciencias que se agrupan en un fenómeno: Ciencias de la Comunicación, o Ciencias y Técnicas de la Información.

Percibiendo la situación actual a la que se enfrenta un estudio nacido en la posmodernidad y cargando con los excesos, ausencias y ambigüedades propias de la época, nos atrevemos a pensar que ninguna disciplina puede crecer firme en estas condiciones. El estudio de la comunicación ha tenido impacto social como opción profesionalizante. El término se ha extendido como hiedra, pero sin raíces que lo mantengan vinculado al suelo: a la función social de trabajar directamente con la información, la energía de la vida social.

La tendencia del campo académico de la Comunicación es olvidarse de las definiciones de la disciplina y, en aras de la multidisciplina y la transdisciplina, tomar recursos metodológicos y objetos de estudio como la cultura, donde la comunicación es una más de sus formas.

A pesar de resultar contrario a esta tendencia, ciertos académicos en México se han dado a la tarea de construir las bases teóricas de la Comunicología y desarrollar su versión aplicada: la Ingeniería Social. (3)


Comunicología aplicada

La ciencia pura está integrada por un sistema dinámico de conocimientos que pretende establecer explicaciones para los fenómenos que le compete estudiar y crear modelos para comprender mejor lo observado y sus causas. Su fin último es entender la naturaleza. La observación de la naturaleza puede empezar por cualquier parte, hay menos restricciones respecto a la utilidad inmediata de la producción intelectual, guiada por el espíritu de conocer más por lo que cualquier pregunta es digna de reflexionarse y abrir una posible aventura que permita concebir más saberes.

En el caso de la ciencia aplicada, sus objetivos son más específicos: busca resolver problemas, mejorar procesos, innovar y crear otras alternativas de aplicación del conocimiento a la realidad, con el fin de mejorar la vida del hombre y sus sociedades.

Cualquier ciencia aplicada tiene como reto central conocer las investigaciones y aportaciones de las ciencias descriptivas vinculadas al área de conocimiento a la que pertenezca, para aprovechar sus aportaciones y aplicarlas a la resolución de problemas concretos.

Las ciencias puras y las aplicadas, por consiguiente, deben trabajar de la mano, nutriéndose y compartiéndose problemas y soluciones, provocándose creativamente para lograr modelos de utilidad o productos concretos que beneficien al colectivo social.

Ciencias descriptivas como la Sociología, la Antropología, la Lingüística o la Cibernética, son básicas para entender los conceptos que la comunicación tiene que hacer operativos respondiendo a necesidades concretas. Éstas son algunas de las ciencias puras de las cuales el comunicólogo se debe nutrir para realizar su labor por una mirada propia.

Hasta ahora la Comunicación se ha limitado a ser una recopiladora de todo lo dicho sobre su objeto, sin métodos de investigación, con una teoría aún en pañales, cargando a cuestas con la responsabilidad de lo hecho y dicho en los medios de comunicación masiva y volviéndose capacitadora en haceres básicos (generalmente técnicos) para aquéllos que se insertan en la sociedad como “expertos en comunicación humana”.

La Comunicación, hasta el momento, no ha tenido tiempo de hacer mucho más, pero sí de ganarse una reputación de poca ética social y muy poca eficiencia de sus profesionistas para cumplir con los objetivos trazados por sus empleadores.

Para nosotros la Comunicología en desarrollo, su estudio y su práctica, no tiene sentido si no la entendemos como ciencia aplicada que depende de otras, pero que aporta su propia visión y su forma de implementarse en la sociedad, como lo hace la ingeniería o la medicina, y que, al igual que éstas, deberá enfocarse al diagnóstico y resolución de problemas sociales.


Interventor social

Por intervención (del latin interventio: venir entre, interponerse) entendemos la intromisión de un elemento extraño a un sistema, relación o situación social. Es una acción que pretende persuadir o cambiar el curso de los hechos, reconfigurar el mundo o imponerse al Otro. Puede leerse como apoyo, pero también como intrusión, incluso violenta.

En el lenguaje cotidiano, la palabra intervención tiene un marcado sesgo de autoritarismo, y se entiende como una acción deliberada sobre el mundo que persigue un fin específico a favor de quien lo ejecuta.

Sin embargo, el concepto es más amplio y hace referencia a cualquier interrupción en el curso de una acción o proceso, aun formando parte del sistema que sufrirá la acción y sin ésta ser, necesariamente, premeditada o para conseguir un fin específico.

Bajo esa perspectiva, la convivencia misma y la interacción nos ponen ante la situación de afectar al Otro, y por tanto, cambiar su rumbo, intervenir en su vida. Todo acto humano interviene y todo proceso de comunicación es intervención.

Sin embargo, tomaremos aquí el concepto de intervención que supone una acción deliberada y dirigida, producto de un proceso de reflexión. Esta acción puede concebirse como una alteración al sistema por parte de un elemento exterior. La responsabilidad en este tipo de acciones es inmensa, ya que en la práctica sucede ante diferencias culturales, sociales o económicas y, necesariamente, intenta imponer una visión del mundo, unos valores por encima de otros, o legitima estructuras y funciones.

No podemos ser ajenos a este efecto de una intervención ni a los contextos sociales que promueven las intervenciones no concensuadas por los participantes de una organización.

Pareciera que la comunicación y la intervención no están ligadas de manera evidente. De hecho, como en toda ciencia social, el concepto de intervención en redes de relación e información es un asunto novedoso y polémico.

Sin embargo, el trabajo del comunicólogo siempre ha incidido en la sociedad, con poca conciencia de que así sucede. Aun con la idea de ser intérpretes sociales, en el mejor de los casos, y técnicos que emplean herramientas colectivas, en el peor de los casos, los comunicólogos inciden de manera bastante irresponsable y poco consciente sobre los estereotipos, pautas de conducta, modas, esquemas sociales, prácticas grupales, consumo de información y entretenimiento, por medio de productos masivos de comunicación que tienen gran distribución y alcance para afectar la vida social.

La Comunicación como ciencia aplicada supone la realización de una estrategia para intervenir la realidad. Ante ello, la tarea es preparar profesionistas responsables socialmente, conscientes que al intervenir en una colectividad sin ser parte de ella, implica involucrarse con ella, analizarla y mirarla desde fuera, pero también desde dentro, permitiendo y dando voz a los integrantes del sistema, mediando entre ellos y concertando acuerdos entre las partes o intercambios que produzcan mayor satisfacción a los sujetos implicados más allá de la voluntad del observador.

El hecho de hablar de comunicación e intervención y de darle al profesional una conciencia clara sobre su acción sobre los grupos sociales, lejos de hacer distinta a su práctica cotidiana, la hará más responsable.

La intervención en los procesos de comunicación tiene el efecto de transformar a los individuos o grupos, sus percepciones, su relación y los nexos con otros grupos y personas, de ahí la responsabilidad del comunicólogo interventor y la implicación que tienen sus decisiones y juicios sobre un sistema social.

Si lo que se pretende es que la intervención pueda ayudar al desarrollo integral del ser humano mediante el cambio de redes de relación e información que logre un espacio de diálogo, de reunión, una posibilidad de trabajo comunitario que permita el desarrollo individual y colectivo, entonces, habrá valido la pena formar a un comunicólogo interventor capaz de dirigir acciones individuales y colectivas por medio de la información.

Una postura ética para el interventor será siempre dar voz a los otros y actuar a partir de acuerdos comunes, de exponer los asuntos sobre los que un sistema debe reflexionar, crecer o dar solución. Saber y entender lo que el Otro no sabe, pasar de la respuesta forzada o preconstruida al sentir del individuo y la colectividad, se logra con la escucha. Éste es el trabajo central de un interventor de sistemas sociales. Si la intervención en comunicación supone, además, tocar la forma en que los sujetos se relacionan, se afectan, se expresan, cómo generan y consumen información para normar su criterio, su conducta y los valores que le asignan al mundo, el proceso de escucha atenta de las lógicas de un sistema se hace imprescindible. El profesionista formado como interventor, debe ser hábil para conectar con las expectativas, deseos, sospechas, posibilidad de creación y de reflexión de los Otros que se encuentran silenciadas durante la interacción cotidiana, y que es descubierta al generar una relación, una pausa, un detonante, un silencio.

Intervenir la comunicación es modificar el centro energético de un sistema social, con todo aquello que implica para el ser humano la alteración de sus procesos de información y relación para que pueda organizarse, trabajar, amar y crecer en sociedad.

Para ello necesitamos científicos sociales y estrategas sensibles. Creemos, que ésta es la verdadera función de un comunicólogo dentro las complejas sociedades contemporáneas.


Conclusiones

El comunicólogo tendrá que reflexionar y tomar conciencia de su papel social como primer paso para redefinirse y elaborar su identidad.

Como personas dedicadas a la docencia universitaria, creemos que sólo entendiendo los vínculos reales entre teoría, práctica e instrumentación estaremos formando comunicólogos capaces de enfrentar los retos que de ellos demandan las sociedades actuales, cada vez más complejas e interconectadas.

El mundo académico es el espacio ideal para generar propuestas, nuevas maneras de pensar las disciplinas, reflexionar y aportar teoría, investigación y práctica de un quehacer social; sin embargo, y por desgracia, nuestro campo parece estar más ocupado en egresar estudiantes que en crear ciencia. Los planes de estudio se clonan, copian, inspiran unos en los otros, especialmente si han logrado generar impacto y gusto en los jóvenes aspirantes, pero muy pocos son producto de una reflexión disciplinaria y una apuesta por la novedad epistemológica.

Lo que entendemos por este nuevo perfil profesional del comunicólogo interventor estratégico en redes de relación e información no es una tarea fácil de lograr, pero es una meta que vale la pena porque da identidad al estudio de la comunicación, posibilita la aplicación del conocimiento, tiene demanda en el terreno profesional de la comunicación y responde a las necesidades sociales.

Para lograr la profesionalización del comunicólogo como estratega, es indispensable hacerlo sensible a las diversas circunstancias sociales, capaz de analizar el entramado social en toda su complejidad, hábil para investigar con el fin de llegar a un diagnóstico de la situación comunicacional, capaz de elaborar un plan estratégico e implementarlo, y por último, apto para evaluar los resultados, rediseñar las estrategias y documentar los casos que permitan, algún día, llegar a tipificar ciertos diagnósticos y las posibles soluciones de un problema: hacer clínica en comunicación.

Falta mucho por descubrir e inventar para afianzarnos como ciencia aplicada. Por ello pensamos este trabajo como un detonador de ideas, como una provocación para la discusión y la reflexión. Se trata de una invitación a todo comunicólogo a unirse en el viaje para conformar nuestra disciplina de cara al siglo XXI.




Notas

1) Como fundamento para la actualización de su Plan de Estudios en Comunicación, la Universidad Intercontinental realizó en 1995 una investigación que cubrió tres aspectos de interés: 1. El estudio del campo de la comunicación y las innovaciones conceptuales y tecnológicas surgidas en las últimas décadas. 2. Una encuesta con egresados de la licenciatura con el fin de conocer el giro de las empresas en las que se desenvolvían, el tipo de puestos y actividades que realizaban. 3. Entrevistas a empleadores en diversos rubros para entender su percepción sobre el comunicólogo, en general, y las habilidades que de éstos requerían.

2) De ahí nació la propuesta del Plan de Estudio 1996 para la Escuela de Comunicación de la Universidad Intercontinental y sus subsecuentes modificaciones: el Plan 2005 y el Plan 2008.

3) Uno de estos grupos, el más productivo y avanzado es GUCOM (Grupo hacia una Comunicología Posible), presidido por el doctor Jesús Galindo, que ha publicado más de cinco libros que sientan las bases conceptuales para pensar en una teoría y una práctica de la comunicación desde el pensamiento científico moderno.


Fuentes

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