03 febrero, 2010

Reseña del libro 'La doctrina del shock'

KLEIN, NAOMI. La doctrina del shock. El auge del capitalismo de desastre. Editorial Paidós. Barcelona, 2007. 623 páginas. Traducción de Isabel Fuentes García, Albino Santos, Remedios Diéguez y Ana Caerols.

Reseña:

Considerada por la crítica internacional como una de las representantes más influyentes del «movimiento anti-globalización», la periodista canadiense Naomi Klein nos ofrece en esta ensayo la culminación de una trilogía comenzada con No Logo, manifiesto por antonomasia de la llamada «contrapublicidad», y Vallas y ventanas, colección de artículos publicados en la prensa norteamericana al tiempo que una crónica acuciosa de las actividades del movimiento.

En La doctrina del shock. El auge del capitalismo de desastre, Klein llega al fondo de la cuestión delineada en sus dos obras anteriores: el desgaste del modelo económico neoliberal. Al adentrarnos en su exposición nos damos percatamos de que los fenómenos de oposición a la saturación publicitaria, los nuevos movimientos de campesinos y trabajadores, lo mismo que el irreverente activismo de los «altermundistas» no son sino las manifestaciones más evidentes de una crisis profunda del capitalismo contemporáneo.

Klein parte de la premisa de que durante las últimas cuatro décadas las medidas impuestas por los organismos económicos internacionales –dominados, por si hiciera falta recordarlo, por la lógica del expansionismo de las economías más poderosas, con los EEUU a la cabeza-, se han enfrentado con gran resistencia por parte de los sectores mayoritarios de las sociedades, de manera que la novísima ingeniería económica se ha valido sistemáticamente de las situaciones de crisis para hacerlas funcionar, aprovechando la confusión y el aturdimiento que habitualmente les siguen.

Esta ingeniería económica, nos dice Klein, se aprovecha de un amplio espectro de situaciones de crisis. Su lógica consiste en imponerse por encima de las bases de la sociedad por medio de acciones que van desde la imposición de transformaciones estructurales como condición de los organismos económicos internacionales para otorgar grandes préstamos que salvan economías nacionales (Argentina y México, como ejemplos supremos) hasta la fabricación de guerras (la guerra de las Malvinas, la invasión de Irak como derivación del 9/11), pasando por golpes de estado (Chile, los problemas políticos en la Rusia post-soviética, Indonesia), apoyo a dictaduras militares (Brasil, Uruguay, Argentina, etc.) o, de una manera más sutil y sofisticada, la “capitalización” -literalmente- de los desastres naturales para obtener beneficios económicos extraordinarios (Nueva Orleáns, Sri Lanka).

Trayendo a cuenta las atrocidades dadas a conocer a partir de la desclasificación de documentos confidenciales por parte del gobierno norteamericano, Klein hace uso de la imagen del shock eléctrico aplicado en las salas de tortura de la CIA para dejar en blanco la mente del enemigo para designar metafóricamente a esta lógica como la doctrina del shock. “Así funciona la doctrina del shock: el desastre original –llámese golpe militar, ataque terrorista, colapso del mercado, guerra, tsunami o huracán- lleva a la población de un país a un estado de shock colectivo. Las bombas, estallidos de terror, los vientos ululantes, preparan el terreno para quebrar la voluntad de las sociedades tanto como la música a toda potencia y las lluvias de golpes someten a los prisioneros en sus celdas. Como el aterrorizado preso que confiesa los nombres de sus camaradas y reniega de su fe, las sociedades en estado de shock renuncian a valores que de otro modo defenderían con certeza.”

Aunque a primera vista la comparación nos podría parecer exagerada, hay que dejar en claro que no es un acto meramente autocomplaciente de parte de la autora. Al contrario, se deriva de su interpretación de la obra Capitalismo y libertad del famoso economista Milton Friedman, principal artífice del neoliberalismo. El fragmento que finalmente articula toda la exposición de La doctrina del shock, pertenece al prólogo del propio Friedman a la edición de 1982 de la obra citada: “Sólo una crisis -real o percibida como tal- da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. Creo que esa ha de ser nuestra función básica: desarrollar alternativas a las políticas existentes para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente imposible se vuelve políticamente inevitable.”

Gran parte de la exposición de Klein está centrada en el análisis del papel de Milton Friedman y sus herederos intelectuales como asesores económicos de los políticos más conservadores, en principio enemigos de las luchas sociales de sus países. Manifiestamente, Klein se dedica a analizar las implicaciones de la consultoría de Friedman a los gobiernos de Margaret Tatcher, Ronald Reagan y Augusto Pinochet.

Klein nos recuerda que en los dos primeros casos, Friedman se encargó de crear las bases teóricas para justificar la ruptura con el «Estado de Bienestar» (basado en el modelo keynesiano) en EEUU e Inglaterra. En el caso de Chile, Friedman asesoró a Pinochet para establecer una economía de libre mercado sobre las ruinas del primer gobierno socialista que había accedido al poder por la vía democrática. Estos experimentos consistían en la puesta en práctica de un modelo cuyas bases son bien conocidas, pues han hecho estragos a lo largo y ancho del mundo: privatización, desregulación gubernamental y recortes presupuestales.

Es necesario señalar que a lo largo de esta obra somos también partícipes de la discusión de las cuestiones más importantes de nuestra época: la imperiosa necesidad de contener la excesiva concentración de la riqueza, de reducir la ampliación de la brecha entre pobres y ricos, la necesidad de contrarrestar el avance de las políticas económicas antidemocráticas como la privatización de los servicios más elementales para la protección de los trabajadores y detener ahora mismo el incremento alarmante de los desastres naturales, producto de la irracionalidad en el uso de la naturaleza. No obstante este panorama, Klein avizora al menos dos razones para la esperanza: el nacimiento de nuevos modelos de economía, a medio camino entre la libertad de mercado y el control estatal de los servicios básicos (“volver a Keynes”) y el nacimiento de una conciencia social que se resiste a la imposición de falsas soluciones a los problemas de la colectividad.

En síntesis, diremos que, sin ser una investigación académica en el sentido estricto del concepto, el libro de Klein constituye una exposición inteligente de las transformaciones de la sociedad mundial durante la segunda mitad del siglo XX.

2 comentarios:

  1. Y luego, recomendado echar ojo al documental "La Corporación" que va en esa línea y que incluye comentarios de persona(jes)s como la misma Naomi Klein, Michael Moore y el venerable papito Milton Friedman.

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