Blog dedicado al intercambio de ideas entre estudiantes de ciencias de la comunicación.
15 septiembre, 2011
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22 abril, 2011
10 abril, 2011
10 marzo, 2011
The Pitchfork 500: Our Guide to the Greatest Songs from Punk to the Present
Kicking it off in 1977 with the birth of punk and independent music, The Pitchfork 500 runs chronologically, with each chapter representing a distinct period and offering a narrative of how the musical landscape of the day influenced its artists. The book opens with David Bowie, Lou Reed, Iggy Pop, Kraftwerk, and Brian Eno, the “art-rock godfathers” who set the tone and tenor for the next thirty years, and wraps up in the present, when bands connect with new audiences through social networking sites and prime-time TV placements—and when a single mp3 can turn a niche indie artist into a global sensation. Sidebars like “Yacht Rock,” “Runaway Trainwrecks,” “Nanofads,” and “Career Killers” call out some far-from-classic musical trends and identify the guiltiest offenders.
Modernizing the music-guide format, The Pitchfork 500 reflects the way listeners are increasingly process- ing music—by song rather than by album. These 500 tracks condense thirty years of essential music into the ultimate chronological playlist, each song advancing the narrative and, by extension, the music itself."
Sitio web: http://thepitchfork500.com/about/
Tracklist
11 enero, 2011
Salvador Mendiola - Revolution Number Nine

Un punto de ruptura del esquema domesticador de la música, como opio adormecedor del cuerpo y la conciencia, lo representa, a mi entender, de modo ejemplar, una pieza de los Beatles. La más extraña y anormal “canción” dentro de su repertorio. La que se conoce como "Revolution 9", penúltima grabación del cuarto lado de la obra con dos discos LP que se conoce como el álbum blanco de los Beatles (1968). Una grabación electrónica con duración de ocho minutos y medio. Algo en todos sentidos fuera de serie.
Esta pieza de música experimental de vanguardia todavía hoy día incomoda de muchas maneras a la masa que sigue y admira a los Beatles. Es la menos reproducida en público y la que menos gente escucha en privado. Muchas personas la consideran de verdad molesta, casi una grosería o broma muy pesada, una auténtica mafufada; nada digno de tomarse en serio… y por ello resulta interesante. Es música. Eso es innegable. Música electrónica, de la más radical y todavía hoy novedosa. Un montaje de grabaciones diversas, muchas de ellas no de música institucional. Algo anómalo como música popular, más aún como música para el consumo de la juventud y la gente adolescente. Incluso dentro de la música considerada seria y de sala de conciertos, una grabación como “Revolución 9” todavía hoy día se presenta como demasiado “adelantada” y “provocadora”. No es lo mismo que otras piezas calificadas como “sinfónicas” de los Beatles y otros grupos de rock.
Ni siquiera músicos tan radicales como Frank Zappa o Lou Reed, por buscar ejemplos límite dentro del rock de esa época, igualan algo tan vanguardista y anómalo como “Revolución 9”. Karlheinz Stockhausen, el músico experimental con cuya obra se compara a esta pieza del álbum blanco, dijo que los Beatles estaban haciendo los mismos experimentos de grabación que él para su obra Hymnen de 1967. Que no eran plagiarios o simples imitadores, sino sus pares por completo en la creatividad musical.
Basta con guglear ese título, para encontrar en internet una gran cantidad de información crítica que deshace de muchas maneras la idea de que esta pieza no debe incluirse en la obra de los Beatles. Lo mismo que información suficiente para apreciar que no es una casualidad ni un mero remedo o copia de lo hecho por otros. Esta pieza, atribuida a Lennon y McCartney, constituye una obra del porvenir, ya que todo en ella desborda aún hoy el esquema de lo que debe ser música. Es una obra inquietante y asombrosa. No acepta la recepción domesticada. No proporciona el placer espectacular de la música en general, su principal ingrediente como adormecedor de la conciencia. Más bien, hace todo lo contrario. Es música libre, muy libre. Un acontecimiento que inquieta y provoca. No se le puede ignorar y no se le puede dejar pasar en forma indiscriminada. Pide respuesta, pide responsabilidad crítica ante lo que se acepta y reconoce como música y si se le presta atención, abre caminos en la conciencia. Hace pensar cosas nuevas, diferentes. Otras cosas que desenajenan de la música como ideología del Gran Bostezo y el baila hasta que te duermas, para que mañana regreses con ese ejercicio al tiempo de trabajo productivo para el capital financiero y todo eso.
Una pieza descomunal. Válida por completo como senda de libertad, desde hace ya más de cuatro décadas. Buena razón para escribir este ensayo voluntariamente raro sobre ella como constelación de imágenes para la acción libertaria directa. Nuestra comunicación.
Fuente: La Mosca en la Red (abril 2010)
17 junio, 2010
Albert Pla - Toda su discografía (Mediafire)








la portada de cada disco pidata
o bien, métase de una vez a la
carpeta con todos los archivos
09 mayo, 2010
La música, la audiencia y otras resonancias
Alonso Arreola
“Las Ménades”, Julio Cortázar
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La muerte de Michael Jackson es un buen punto de partida. A pocas semanas de acaecida seguimos consumiendo los restos del ídolo, igual que la terrible audiencia del cuento “Las Ménades”, de Julio Cortázar, aquél en donde los asistentes a un concierto pierden la cordura tras el éxito de los intérpretes para acabar devorándolos en un canibalismo de etiqueta, “aceptable”. Y es que, siempre insatisfecho –incluso de tanto contento–, el público ha dejado de saciarse con el simple hecho musical. Ya no le bastan los ritmos, los acordes, las melodías. Ha de ir por más. Ha de fijarse en las ropas, las costumbres, las enfermedades y obsesiones de quienes organizan el sonido para, algún día, establecer finalmente un juicio total en el que no quepan dudas morales, culturales o raciales (o sea, algo imposible). En tal contexto, las impresiones estéticas sirven de poco; pasan a segundo plano.
Justificando aún más el arranque de esta nota, incluirnos en ese plural que hoy acaba con quien se para en un escenario nos parece lo más justo, debido a que, de una forma u otra, todos participamos de nuevas formas de consumo en las que cambian los formatos y los medios, cambian los creadores y la tecnología, pero también cambian las audiencias. Así es. Nosotros hemos mutado y hemos determinado una relación distinta con la música y con quienes la hacen.
Para descifrar o por lo menos trazar el perfil de esta “gran audiencia” buscamos textos de análisis, no tanto a propósito del proceso comunicativo en donde el receptor B descodifica un mensaje de A, sino a propósito de la evolución de quienes compran y escuchan música. Aunque hallamos algún material, resulta desproporcionadamente reducido en comparación con los miles de ensayos y estudios de mercado que definen nichos, gustos y estrategias de negocio, como si el arte se hubiera transformado en puro objeto de entretenimiento. Otras veces hemos hablado sobre ello en estas mismas páginas. No nos repetiremos, aunque aclaramos que sí nos apoyamos en esa separación básica como premisa: el arte es en buena medida entretenimiento, pero al revés sucede contadas veces.
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Jorge Velazco, músico, articulista e investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM en los años ochenta, escribió en un texto llamado “Pornografía musical” algunas líneas que exhiben –con beligerante conservadurismo– parte del problema con que todavía viven las audiencias:
El punto más álgido de todo el asunto radica en la espantosa calidad de la inmundicia musical que se sirve a los consumidores de la música de menor peso intelectual y emocional, la que se ha dado en llamar “popular”. En ese campo lo que se da al inerme pueblo es una perfecta obscenidad musical, una ramplona procacidad que ofende a cualquier espíritu sensible e insensibiliza a todo espíritu ingenuo para degenerarlo y poder seguirle vendiendo sus cancioncitas de mierda […] Algunos luchamos contra la poderosa pornografía musical. ¿Seremos los suficientes? ¿Podremos contrarrestar a ese monopolio del dinero y el mal gusto?
Investido en salvador del pueblo, este y otros críticos han dado en el clavo al reflexionar sobre las cochinadas que habitan la música popular, pero no han entendido que la audiencia en sí misma y por sus propios medios ha de avanzar sin que nadie luche por ella. Por otro lado, es innegable, la liberación de sus grandes problemas será dificultosa y tendremos que colaborar. Porque sigue sin saber cómo escuchar música, ni cómo juzgar a quienes la crean. No sabe a quiénes leer para aprender más. Olvida el pasado sin pensar en el futuro. Se hace adicta al momento orgásmico y utilitario que, aun siendo placentero, deja poca reverberación en el espíritu. Y es que, claro, hay preocupaciones mayores, como el empleo, la comida, la seguridad, etcétera.
EL OÍDO HARAGÁN
De cualquier forma, es justo decir que la audiencia se ha vuelto floja. Si bien tiene una computadora frente a sus ojos, no parece mostrarse capaz de establecer compromisos duraderos como los que hace años mantenían las grandes bandas de rock y sus fanáticos, los directores encumbrados y sus melómanos, los escritores de revistas especializadas y sus lectores. Es verdad que aprende mucho y abarca más con sólo apretar unos botones, pero, precisamente por la posibilidad de esa velocidad, averigua poco sobre temas específicos. Asunto viejo, el de esta ignorancia de la audiencia ha desencadenado otro tal vez peor, el de un oído mediocre y de actitud sumisa que no se atreve al juicio por falta de argumentos, los que tampoco abundan entre críticos. Bástenos como prueba de este cáncer las palabras de Juan Vicente Melo en “Para un retrato del melómano mexicano”, publicado en algún diario de los años sesenta:
Una vez alguien dijo que el público mexicano –o, por lo menos, el que asiste al Palacio de Bellas Artes– poseía tres cualidades fundamentales: la exigencia, el buen gusto y la cortesía. Ese mito ha sido respetado por los críticos musicales: invariablemente los señores alaban las supuestas virtudes, silencian la animación folclórica que preside los conciertos, sonríen beatíficamente con las “palmas de tango” y las “dianas”, llaman respetable a ese conglomerado informe que aplaude todo, nada silba, acepta lo que le den y no se atreve a manifestar abiertamente su tedio, su mal humor, su disgusto y hasta su rabia.
Ataque eficaz contra los críticos de aquel tiempo, es de los pocos que hemos leído contra la propia audiencia, esa masa, ese ser “intocable” contra el que nadie atenta por miedo de perder favores o consideración. Pues bien, a casi cuarenta años de distancia nos sumamos a las palabras del veracruzano para pedirle al público que se instruya y se atreva, que no se sume gratuitamente a quienes sólo buscan participar del adictivo aplauso, ese fenómeno primitivo al que Glenn Gould, mítico pianista y compositor, se refiriera así:
Se me ha brindado la oportunidad de considerar la relación del aplauso con la cultura musical y he concluido, en toda seriedad, que el paso más eficaz que hoy en día podríamos dar en nuestra cultura sería la eliminación gradual pero total de reacciones del auditorio [...] El propósito del arte no es una descarga momentánea de adrenalina, sino más bien la construcción gradual, durante toda la vida, de un estado de asombro y serenidad.
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Aunque respetamos a Gould, no compartimos su deseo de una mística pasividad en la audiencia. ¿Qué sería entonces de la controversial pieza “4.33” de John Cage, creada únicamente con un gran silencio frente al piano, mismo que ha de ser “intervenido” por quienes nutren la audiencia? Como decía Melo, preferimos que haya reacciones, aunque no adulen a quien está en el tinglado. Tampoco coincidimos con Gould cuando dice: “El crítico como árbitro estético no tiene, a mi parecer, ninguna función social, ningún criterio defendible que pueda servir de base a sus juicios subjetivos.” Tal maniqueísmo acelera otro de nuestros problemas: en México carecemos de una buena crítica musical, porque la mayoría de quienes la ejercen, sobre todo en terrenos populares, no se han preparado ni como músicos ni como escuchas profesionales. Por esa razón son tan odiados.
EL SENTIDO DE LA MÚSICA
Escuchar es una palabra que viene de auscultar. Acto que muchos suponen pasivo, el de escuchar en realidad implica búsqueda y revisión. Así, como dijera Antonio Alatorre al analizar la actividad de la crítica literaria, podemos decir que “el mal crítico es el que tuerce, el que agranda o achica, el que deforma, el que traiciona”, mientras que el buen crítico “debe tener el valor de ser honrado”, partiendo de una certeza: “la crítica no es una ciencia exacta y fría”. Sin ahondar en el asunto, diremos que es esa falta de honradez la que hoy impide a la crítica impulsar a las audiencias hacia un mejor juicio de lo que ve y escucha. La herencia de no hacerlo es que el arte pierde profundidad y el entretenimiento continúa estático.
En este punto debemos disculparnos por introducir tantas citas (lo que siempre levanta sospechas justificadas). Es la pura emoción. Nuestro entusiasmo cuando nos acercamos, por ejemplo, a los estudios que analizan los procesos fisiológicos de la audición, que también deberíamos considerar al juzgar a las audiencias. Por un lado tenemos ideas como las de José M. Mondragón, quien asegura que “la música hila discursos sin pensarlos mucho, sin que el receptor o el intérprete se preocupen por un nivel semántico”, mientras que mentes como la de Umberto Eco, hace más de cuatro décadas, dejaron en claro que al estímulo musical-informativo sobreviene una crisis de significados en el oyente, quien identifica una tendencia apoyado en su propia formación cultural, para entonces encontrar una satisfacción que, finalmente, lo lleve al reestablecimiento del orden. O sea que tanto al creador como a la audiencia le importa, más de lo que imaginamos, el sentido de la música.
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Es en ese proceso, en ese círculo identificado por Leonard Meyer y citado por Eco, en donde hallamos, precisamente y según creemos, el problema fundamental de las audiencias. Mientras los menos disfrutan el momento de “crisis” estética, pues lo identifican con la novedad, la sorpresa y el gozo, la gran mayoría de los escuchas pasivos, acostumbrados a la simplificación cotidiana de sus vidas, lo interpretan como un disgusto, como un atentado contra su intelecto y su capacidad de discernimiento; como un contratiempo innecesario, máxime si hay tantas músicas que no sólo no lo contienen, sino que lo evitan a como dé lugar. Pensemos en lo ocurrido con La consagración de la primavera, de Stravinsky cuando se estrenó. Fueron muchos quienes la despedazaron por no aceptar tanta sorpresa en su ignorancia.
Comparable es el asunto de los formatos y medios de reproducción. Hijos de la tecnología y las modas, han sacrificado la calidad en aras del tamaño, el diseño y la portabilidad. Los aparatos de “alta fidelidad” han dejado su lugar a los minicomponentes, el MP3 gana su batalla contra el CD y el LP regresa como artículo de lujoso esnobismo. Digamos que hasta en esto la audiencia demuestra que prefiere la bendita comodidad del iPOD a la interacción manual con discos, agujas y lectores láser. “Ya el fenómeno de la moda, tan característico de las sociedades evolucionadas –decía Alfonso Reyes– nos está diciendo que también la mudanza es un aliciente de la vida. A medida que las clases modestas alcanzan la moda, la moda deja de ser moda. La clase superior, que la creó, la sustituye entonces por otra, en un maratón desenfrenado.” En ese proceso identificamos un desapego entre la música y su origen elemental, idílico, pues incluso interpretada de manera correcta por su autor en un foro adecuado y frente a un público espléndido, queda sometida a un sin fin de factores externos –muchos de ellos verdaderas nimiedades– que van en aumento y terminan por cambiarla a nuestros ojos.
Así, si partimos de que todos tenemos un “demonio que susurra: ‘amo esto, odio aquello’ y es imposible acallarlo” (Harold Bloom), caeremos en la cuenta de que buscar sabiduría entre la abundante información será nuestro principal reto. Por ello, más allá del morbo frente a un evento como la muerte de Michael Jackson; más allá del deber de los críticos; más allá de nuestra personalidad como pueblo; más allá del estatismo y el miedo a la novedad; más allá de cómo escucha nuestro cerebro; más allá de las modas; más allá de toda fenomenología y epistemología, la música siempre seguirá produciéndose en formas y calidades diversas, intentando satisfacer el experimento estético de un artista comprometido con su curiosidad, lo mismo que llenar el bolsillo de un mercachifle del sonido. Nosotros, miembros vivos de la gran audiencia, mejoraremos nuestra apreciación con el tiempo, inevitablemente. En dicho proceso, empero, muchas obras valiosas caerán en el olvido, si la velocidad en el mejoramiento de apreciación no se empata con la velocidad de producción de músicas pasajeras que, sólo por volumen, desterrarán a otras mucho más importantes.
Ahora que, igual que pasa con el lenguaje, tampoco debemos proteger la buena música de las grandes audiencias, pues éstas al final evolucionan y dan inmortalidad al arte. Cierto es, sin embargo, que el mundo cambia inestablemente y que debemos acusar a esa misma audiencia por su falta de compromiso. Parecido a lo que pasa con el tráfico de drogas, con la trata de blancas, con el mercado de animales en peligro de extinción o con la venta de diamantes de sangre, el consumo y triunfo industrial de cierta música “de mierda”, como decía Jorge Velazco, depende en gran medida de la demanda que la maldita y fascinante audiencia tenga.
Se nos antoja, para terminar con esta colección de citas, compartir el postulado número siete del colectivo italiano MEV (Música Electrónica Viva, 1966), abocado a la improvisación de música espontánea. La clave de tal cláusula es el respeto de las partes involucradas en el hecho musical: “Sin líderes, partituras ni ninguna regla, la música estará basada en el respeto mutuo entre los músicos y en confiar uno en el otro y el público, y en la individual y total suma de todos los sonidos emitidos en el espacio de actuación.”
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DOS DE PILÓN
“Este mundo técnico que en la actualidad nos rodea, no podrá transformarse jamás en un submundo de autómatas”: Fred Prieberg, en su Música de la era técnica de 1956, a propósito del nacimiento del sintetizador.
“En realidad en algunos casos hipnotizamos a la gente, y grabamos sus vidas en video”: Tom Freston, director de MYV en 2000, explicando cómo captar nuevas audiencias.
Fuente: La Jornada Semanal: La música, la audiencia y otras resonancias (09/05/2001)23 abril, 2010
Seven Ages of Rock

Episodios:
1. El nacimiento del rock
Otra banda de Inglaterra que inspiro a la mayoría fue The Who, que creó la moderna etapa teatral; ellos destruían su equipo e instrumentos en el escenario, y golpeaban sus guitarras contra el suelo y a veces contra otras personas. Jimi Hendrix llegó a Londres en 1966, después de haber sido descubierto e invitado por su futuro manager Chas Chandler, integrante de The Animals, con la sola condición de que se dejara presentar a los héroes de la música de Chandler. Hendrix llegó al centro de la escena musical londinense junto con Cream. Luego Chandler fundó The Jimi Hendrix Experience, que se hizo famoso más rápido que cualquier otra banda de rock. A pesar del éxito en Reino Unido, Jimi era ampliamente ignorado en su país, situación que cambió cuando realizó su presentación en el Festival De Monterrey, en pleno verano del amor. The Who había tocado antes que él, con una agresividad nunca antes vista en Estados Unidos. Hendrix sorprendió aún más con su explosivo sonido, y finalizando su actuación incendiando su guitarra.
Hacia 1966 The Beatles se habían encerrado en su estudio y se habían transformado, de ser una banda pop, en los pioneros de la psicodelia. Cuando Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band fue lanzado en 1967, Hendrix hizo un cover en uno de sus posteriores shows. Habiendo visto el poder de un álbum de estudio, pasó a grabar Electric Ladyland. Sin embargo, Hendrix estaba cada vez más profundamente hundido en las drogas, y Chas Chandler dejó de ser su manager. En 1968, América y Europa se estaban desgarrando por los conflictos nacionales y en el extranjero. The Rolling Stones aprovechó esa situación como un nuevo fervor creativo, y su actuación el Festival de Altamont se convirtió en uno de los más violentos días en la historia del rock. Altamont pretendió reflejarse en el Festival de Woodstock, donde Hendrix hizo una versión de The Star-Splanged Banner que muchos vieron como una declaración en contra de la guerra de Vietnam. Sin embargo, Hendrix empezaba a cansarse de los escenarios, hecho evidente en el Isle of Wight Festival de 1970. Jimi Hendrix murió de una sobredosis accidental en septiembre de ese año. Junto con las muertes de Jim Morrison y Janis Joplin, y la ruptura de The Beatles, se dio por finalizada la etapa de nacimiento del rock."
2. Art rock
Otra cosa nueva en la música era que se estaba experimentando con los sonidos. Roxy Music presentó un oboe al rock. Pink Floyd se preguntaba como sonaría un piano a través de un altavoz Leslie, lo que resultó en la introducción de Echoes, una pieza que duraba toda la cara B del álbum Meddle.
En el escenario, las canciones también podían durar mucho más que en los discos. Como los espectáculos eran cada vez más grandes y multitudinarios, Pink Floyd se sentía cada vez más alejado de la audiencia, y en señal de ‘protesta’, colocaron en el escenario, ente ellos y el público, un gran muro que simulaba ser de enormes ladrillos, y usaban grandes títeres, durante la interpretación del disco The Wall. La interactuación con el público así, era casi nula. Ese gran montaje solo pudo realizarse cuatro veces en vivo, pero marco el fin de otra edad del rock."
3. Punk Rock
El Punk fue la rabia de la clase “los punks de Nueva York eran bohemios o aspiraban a serlo, y todos los punks de Londres eran yobs o aspiraban a serlo” Según el Sex Pistols Johnny Rotten, eso no era indignante “sufrimos, y eso puede joderte”.
El Punk era hacer cosas nuevas, y así lo hicieron bandas de chicas como Siouxsie & the Banshees, abrieron nuevos caminos. Viv Albertine dijo: “queríamos hacer cosas nuevas, y el punk fue lo suficientemente abierto para dejarnos hacerlas”. Patti Smith no sólo lo hizo sobre la música, sino también sobre el lenguaje, casi como un estilo libre rapero “escupir sobre algo que va bien en tu cabeza”.
Cuando the Sex Pistols fueron a Nueva York querían mostrar lo realmente punk que eran, pero eso los destruyó. No se divertían, por lo que decidieron tomar el extremo de que en su último show en San Francisco, en 1978, presentado en su estridencia normal, cierran con una canción de The Stooges, ‘No Fun’. Antes de salir del escenario, Jhonny Rotten dice: “¿alguna vez tuvieron la impresión de que han sido engañados?”. Rotten más tarde agregó: “ese comentario fue dirigido a todo el mundo, incluidos nosotros.
Las canciones que aparecen varían con las de la página Web de la BBC. Esto incluye la apertura del episodio con ‘No Fun’, de The Stooges (interpretada por the Sex Pistols), The Buzzckocs también tocaron ‘Boredom and Ever Fallen in Love’, The Slits solo aparecen con la canción Typical Girls, en lugar de las tres que figuran en la página; Public Image Ltd figuran con Poptones."
4. Heavy metal
En 1971, cuando Deep Purple fue a grabar a Montreaux su álbum Machine Head, hasta ellos se asustaron por un terrible incendio en el casino cuando “algún idiota tiro una bengala que incendió el lugar hasta los cimientos” durante un concierto de Frank Zappa and The Mothers of Invention. El estudio de grabación se encontraba en el hotel incendiado, por lo que la banda decidió continuar allí. En el último día, necesitaban una canción más para grabar, y decidieron simplemente contar la historia del incendio, de cómo veían el humo sobre el lago Ginebra. Eso se convirtió en la letra de Smoke on the Water.
Fueron Judas Priest los que introdujeron el tocar con dos guitarras a la vez. Fue cuando en 1976 el Punk todavía dominaba la escena del rock, que se empezaron a usar el la ropa el cuero y las tachas; lo que inspiraba un estilo muy masculino, a pesar de la homosexualidad del cantante Rob Halford, que dicen que aún no había “salido del armario” en ese entonces. Priest fueron recompensados a pesar de haber caído en la década del ’70. Pero unos años más tarde, una nueva ola de Heavy Metal británico fue encabezada por Iron Maiden. En EE.UU. surgió un nuevo giro con Glam Rock, con esponjoso spray para el pelo inspirado en la mirada puesta en Hollywood y dado a conocer por Mötley Crue. El ex Sabbath Ozzy Osbourne hizo la vuelta más inesperada del rock, a pesar de sus “actividades recreativas” (que incluían cocaína y alcohol en grandes cantidades).
A finales de la década del ’80, el metal se había vuelto demasiado comercial para algunos, y bandas como W.A.S.P., Hanoi Rocks y Poison tuvieron gran éxito. Influenciado por la nueva ola de Heavy Metal británico, el metal consiguió un nuevo gran sucesor: el Thrash Metal, un estilo que va más allá en muchos aspectos; era más rápido y pesado que lo que se oía en ese entonces. Pero tocar la guitarra cada vez más rápido y más fuerte había llegado a un techo en el umbral de la década, y Metallica, uno de los inventores del Thrash, decidió cambiar la situación y adoptar un sonido pesado y lento. El resultado fue The Black Album, que llegó a vender más de 15 millones de copias, y demostró que el metal nunca, pero nunca pasa de moda."
5. Rock de estadio
También en Estados Unidos, Bruce Springsteen se convirtió en uno de los íconos del rock de estadio, prácticamente contra su voluntad. Mientras pudo, se mantuvo tocando en clubes y lugares pequeños, cuando podría perfectamente haber estado llenando estadios. Pero, irónicamente, esa actitud de perfil bajo fue precisamente lo que lo hizo grande.
Cuando The Police tuvo éxito en Inglaterra, invirtieron sus ahorros en una gira por EE.UU., donde por un tiempo fueron la banda suceso. También innovaron yendo a países que otras bandas nunca habían visitado, como Egipto. Queen hizo algo similar en Sudamérica, adonde fueron sin creer que podrían llenar estadios como hacían en Norteamérica y Europa, pero así lo hicieron, llenando grandes estadios de fútbol. Y en Japón, fueron recibidos como a The Beatles. La coronación de todo esto fue el Live Aid, del cual su organizador Bob Geldof dijo “la lengua franca del mundo no es el inglés, es el Rock and Roll”.
U2 fue la última gran banda que surgió de la era del rock de estadio. De la mano de la banda, el espectáculo Zoo TV llevó la televisión al escenario. También introdujeron lo que se llama B Stage, es decir, rodearse de audiencia y tocar en el medio del estadio, lo cual contribuyó a la gradual separación de los artistas y el público en vivo."
6. Rock alternativo
Nirvana, inicialmente formado por Kurt Cobain y Krist Novoselic; formaban parte de esta generación y habían estado influenciados por Black Flag, que desempeñaban un estilo musical cercano al hardcore. El Rock alternativo de 1980 era llamado “la universidad del rock”, porque las radios donde se escuchaban eran transmitidas por universitarios desde los campus; emitían desde la parte baja de la frecuencia, que no aparece en los diales de las radios, de modo que quienes querían escucharlos debían ir “a la izquierda del dial”. Quienes tocaban no tenían otra opción que hacerlo en lugares pequeños, y estar de gira constantemente, por lo general en camionetas con las que recorrían el país. Son ejemplo de esto bandas como Sonic Youth y The Replacements.
Unos de los considerados fundadores del rock alternativo, REM, habían estado de gira desde el 5 de abril de 1980 hasta finales de 1989, sin parar. Al acabar, el guitarrista Peter Buck deja su guitarra, diciendo que se había cansado de ella, y comienza a tocar la mandolina para la canción Losing My Religion, que les dio fama mundial.
A Nirvana le ocurrió algo parecido, con la canción de Cobain About a Girl. No estaba seguro de querer incluirla en el álbum, porque le sonaba muy pop. Otra inspiración para su nuevo sonido fue el hecho de que dedicaban media hora al iniciar sus ensayos a improvisar la música, en el que experimentaron el contraste entre música suave y fuerte, guitarras duras y armonías. Eso le agrado a Cobain, decía que sonaban a una mezcla de Black Sabbath y The Beatles. Nirvana había creado un sonido que mezcla la furia del grunge con una nueva idea de la melodía y el atractivo comercial de la masa REM, lo que lleva a lo que se convertiría en himno del rock alternativo, "Smells Like Teen Spirit". Hubo algunas reservas acerca de la canción, porque sonaba parecida a un riff de The Pixies, una banda que venía desempeñando exactamente esa dinámica combinación de fuerte y suave. Gracias al éxito de Nirvana, REM y Mudhoney, el rock alternativo registró montones de empresas que se agenciaron el suceso de bandas como Soundgarden, Smashing Pumpkins, Alice in Chains y Pearl Jam.
Nirvana ubicó a Seattle en el mapa, por lo que REM (procedentes de Atlanta), allí fueron. Incluso se habló de que las bandas realizaran algún trabajo juntas, pero Cobain impidió que el proyecto madurara. Admiraba a REM, porque había logrado llegar adonde estaba sin compromiso, pero ahora el se había convertido en parte de la maquinaria comercial que despreciaba. Aún después de haberse vuelto rico, compraba su ropa en tiendas del ejército de salvación. Los fans sabían esto, y lo esperaban en las tiendas para así imitar la ropa que compraba y usaba.
Algunas personas pueden manejar este tipo de atención, y otras no pueden. Kurt no podía. Bromeaba acerca del nombre de su nuevo disco, diciendo que le gustaría ponerle “me odio y quiero morir” (refiriéndose a In Utero). Cinco meses después del famoso Nirvana MTV Unplugged, en abril de 1994, Kurt Cobain se suicidó de un tiro en la cabeza. En su nota de suicidio se podían leer las palabras de Neil Young: “es mejor incendiarse a consumirse lentamente”. El CD encontrado en su equipo de música, el último que había escuchado, fue Automatic for the People, el último que había salido de REM. La muerte del que había sido el mayor representante del rock alternatico marcó el fin de otra edad del rock."
7. Brit rock
Esta división coincide con el aumento de la música house y el desarrollo de una nueva ola de bandas Indie, que daban a la música “un toque psicodélico”. The Stone Roses juntaron lo Indie, lo house y el sentimiento de costa oeste psicodélica, con ritmos de vanguardia de música instrumental y cruce con el mundo de la danza. En 1989 tocaron en el Empress Ballroom de Blackpool. Su actuación contribuyó a popularizar la nueva escena, llevando al ojo de la prensa nuevos grupos como Happy Mondays e Inspiral Carpets. Blur se organizó para grabar música al estilo “Madchester”, no era así como ellos deseaban sonar, pero así lo quería su compañía discográfica.
En el verano de 1993, Oasis firmó un contrato con Creation Records, y empezaron a girar por Inglaterra, para así crear fans. Luego se establecieron en Londres. Esa ciudad había reemplazado a Manchester como centro de la movida Indie, principalmente gracias a la influencia de Suede. En ellos había una imagen de glamour y oscuridad, que giraba en torno a la ambigüedad sexual, lo que los declaró dirigentes del britpop.
Blur había lanzado su tercer álbum coincidiendo con el debut de Oasis. Eso creo una escena musical que abarcaba bandas como Pulp o Elastica. En agosto de 1994, Blur y Oasis se sumergieron en una batalla de ventas para llegar al número uno de Inglaterra. Blur llegó por sus sencillos, pero la salida del segundo álbum de Oasis (What's the Story) Morning Glory los eclipsó completamente. Fue uno de los álbumes de mayor venta de todos los tiempos, lo que lanzó a Oasis a la masividad, a ser “la voz de una generación”. Llenaban estadios de fútbol, y pronto les fue difícil encontrar lugares cerrados para tocar donde entrara todos sus fans. A principios de 1996 empezaron a organizar en Knebworth Park un gran festival, que se llevó a cabo en agosto de ese año. Hubo 3.700.000 pedidos de entradas, y se vendieron 125.000 para cada noche, lo que quiere decir de uno de cada 20 ingleses pidieron entradas para ese concierto.
Sin embargo, eso fue tan lejos como la música Indie podía llegar, ya que muchos pensaron que eso no era Indie, siendo tan masivo. Simplemente se convirtió en un término general para el sonido del rock británico impulsado por el mercado de perseguir bandas con “registro insípido”; una serie de bandas que consiguieron el éxito después de la salida del segundo álbum de Oasis, entre las que se incluyen Travis, Embrace, The Verve, Coldplay y Stereophonics.
The Libertines intentó llevar la música Indie de vuelta al centro de la tierra. Como The Smiths antes que ellos, se centraron en hacer conciertos que facilitaran el contacto ente la audiencia y los artistas. También fueron pioneros en usar el Internet para acercarse a fans. Sin embargo, el cantante Pete Doherty estaba totalmente hundido en las drogas, fuera de control, lo que creó tensiones en la banda, y finalmente se separaron en 2005. Pero al irse dejaron influenciadas a varias bandas de éxito, como Kaiser Chiefs, Franz Ferdinand y Arctic Monkeys."
25 enero, 2010
CD 31 Minutos - Yo nunca vi televisión

1. Yo Nunca Vi Televisión - Belanova
2. Papá Te Quiero - Bengala
3. Tangananica - Tangananá - Liquits
4. La Regla Primordial - Tepetokio (Rubén Albarrán y Psykini)
5. Doggy Style - Francisca Valenzuela
6. Mi equilibrio Espiritual - Los Bunkers
7. Diente blanco, No te vayas - Natalia Lafourcade & Emanuel del Real
8. Severlá - Chancho en Piedra
9. Mi Muñeca Me Habló - Maria Daniela y Su Sonido Lasser
10. Bailan sin César - Niña
11. El Dinosaurio Anacleto - Ximena Sariñana
12. Mr. Guantecillo - Pedro Piedra
13. Calurosa Navidad - Furland
14. Mi Castillo de Blanca Arena - Siddartha
daunloud
17 noviembre, 2009
El arte de exprimir a una manzana
El arte de exprimir a una manzana
Londres, Ing. La Mosca Nius. Como si no bastara con la reciente edición de todos los discos remasterizados de los Beatles, las compañías Apple y Emi Music lanzarán, a partir del 7 de diciembre próximo, la discografía completa del cuarteto en un USB de 16 gigabytes, compatible con PC y Mac.
Se trata de una edición limitada a treinta mil unidades que contendrá los catorce álbumes remasterizados, además de trece mini documentales, fotografías, ilustraciones e información diversa de los de Liverpool.
El precio de cada USB será de doscientos cuarenta dólares y ambas empresas esperan que tenga una gran acogida por parte de los seguidores beatlemaniacos, quienes seguramente recibirán con placer masoquista esta nueva… acogida.
Buen provecho.

Fuente: La mosca en la pared
Monero Hernández - Los Bitles en México
Contiene los éxitos: “Por favor Sr. Procurador”, “Me has atrapado”, “El Chapo está en su corazón” y “Dinero”, entre otras.

Incluye temas como “Tienes que esconder tu Afore”, “Vas a perder ese sueldo” y “El cobrador de impuestos”.

Contiene: grandes temas como “Lucy en Balderas y Juárez”, “Haciendo un hoyo”, “Ella se va de casa (a las cinco para no agarrar tráfico)” y “Un día en el Metro”.
Fuente: Mi blog tamaño carta