La piratería, un mal necesario
- Armando Vega-Gil
Los dueños de las disqueras y los capos de la industria de programas para computadora nos hacen creer que el pirateo no sólo es un delito, sino una puñalada trapera a los elementales principios de libertad del ser humano concentrados, claro, en esas piezas clave que explican al mundo de los ricos y poderosos: la mercancía y la propiedad privada, células elementales del capitalista y sus glorias y globalizaciones putrefactas.
Bueno, el pirateo delito es porque está tipificado en los códigos penales y finalmente se pasa por las bolas a los derechos de los autores, esos pobres muertos de hambre que nos partimos la madre al parir obras e ideas que indefectiblemente un méndigo nos las birla para enriquecerse a costa de nuestras flacas costillas.
Así, a muchos nos entra la culpa a la hora de ir al mercadito y comprar las películas de moda o un par de discos MP3 con ciento cuarenta rolas de Los Bukis o Yann Tiersen por el módico precio de veinte varitos, porque se nos hace creer que estamos escamoteando una lana que debía caerle, por derecho inalienable, al autor o al intérprete y pus sí, pero la cosa tampoco es tan así.
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