08 marzo, 2010

Pornografía Nazi

HISTORIA / LA FILMOGRAFIA DEL TERCER REICH

Cine porno nazi para comerciar

EN 1941 algunos hedonistas de las clases altas del nazismo se dedicaron a rodar filmes de porno duro para consumo privado. Pese a su cruzada contra el arte degenerado, el régimen las usó para comprar petróleo extranjero.
THOR KUNKEL. Berlín

No están en la colección del Bundesfilmarchiv, el Archivo Cinematográfico Federal de Alemania, y ni siquiera sus títulos constan en él.En Alemania no se ha escrito hasta ahora una sola línea de ellas.Y, sin embargo, las películas de Sachsenwald, como se conocen los filmes pornográficos producidos en la Alemania nazi en alusión al lugar donde fueron rodados, no son una invención.

De hecho, y esto es aún menos conocido, tales películas pudieron ser objeto de una serie de intercambios entre 1941 y 1943 para paliar la escasez de materias primas. Películas porno alemanas a cambio de hierro sueco y petróleo tunecino.


La primera vez que oí hablar de las películas de Sachsenwald fue por casualidad, a mediados de la década de 1990. Un amigo estaba enfrascado en la contemplación de un antiquísimo ejemplar de la revista Playboy cuando dio con un artículo bastante interesante: La historia del sexo en el cine, de Arthur Knight y Hollis Alpert.


En él se decía: «El más peculiar de los negocios de cinematografía pornográfica fue el que emprendió el tercer Reich. De 1936 a 1939, los nazis rodaron en Hamburgo las llamadas "películas de Sachsenwald". Se trataba de un porno blando [el posterior visionado del material permite afirmar que blando no es la palabra más adecuada] destinado a Suecia, donde se cambió por el hierro utilizado en la construcción del tejado de la sala de congresos de Nuremberg».

Las primeras investigaciones no dieron resultados. Los buscadores de Internet no recogían nada. Los neonazis no parecían saber nada, algo increíble considerando que los artículos más insignificantes de la época son objeto de culto.

Tampoco se podía encontrar información en los organismos oficiales. Ronny Loewy, del Fritz-Bauer-Institut, dudaba abiertamente de la existencia de las películas.

Ni siquiera una autoridad en la materia, como Helmut Regel, del Bundesfilmarchiv, había oído hablar nunca de las películas de Sachsenwald: «¿Se refiere a tomas de penetraciones?», se preguntaba sacudiendo la cabeza. «Hubo películas algo subidas de tono, como Die Nacht der Amazonen, una obra de desnudos. Pero, ¿películas verdaderamente pornográficas? Eso no habría encajado con el puritanismo de los nazis».

A pesar de las numerosas entrevistas con camarógrafos jubilados de los estudios Riefenstahl y antiguas actrices de la Ufa, no averiguaba nada nuevo. Yo mismo empezaba a albergar serias dudas sobre su existencia.

No me puse sobre la pista correcta hasta que di con un documental de Alexander Kluge que mostraba breves secuencias de las películas de Sachsenwald. El maestro de la ficción documental alemana se alegró enormemente cuando lo abordé en una sala de montaje del Arri, en Múnich, y me proporcionó la dirección y el teléfono de un coleccionista.

Kluge no tenía ningún dato concreto sobre los intercambios. Tres días después me encontraba en compañía de Werner Nekes, rodeado de visores y proyectores.

«Empezaré con Frühlingserwachen.» Mientras introducía la película, Nekes me habló de los vendedores de las películas de Sachsenwald.

Al parecer, un diplomático y miembro de la nobleza de un país báltico había conducido las negociaciones con los propietarios de las minas suecas. También en Suecia se habían desatado los rumores sobre la pornografía nazi. Tras la valoración del crítico cinematográfico Gösta Werner, las películas empezaron a copiarse en la embajada alemana de Estocolmo. Sin embargo, no existía nada que pudiera probar estos hechos.

Mientras veía las películas supe que debía escribir una novela. Dediqué un año y medio a seguir las huellas de tres películas -Der Fallersteller (Cazador con trampas), Frühlings Erwachen (El despertar de la primavera) y Waldeslust (El bosque del placer)- por Sfax, Túnez, Roma, Copenhague, Kiruna, Malmberget, Wiesbaden y Boston. Entrevisté a un total de 57 personas. Gracias a la mediación de un fotógrafo de Hamburgo llegué incluso a localizar a la última de las protagonistas que quedaba con vida en una residencia de ancianos.

«Creía que todo eso había caído en el olvido hace mucho tiempo», me dijo. «Me pagaron 220 marcos; en aquella época era mucho dinero». Se avergonzaba de su «pecado de juventud», como lo llamaba.

En resumen, la investigación aportó los siguientes datos:

-Las películas de Sachsenwald se rodaron en 1941. Alexander Kluge ha confirmado la autenticidad de las copias en blanco y negro que aún se conservan.

-Según la declaración de la actriz erótica H. S., cuyo nombre no mencionaremos para respetar sus deseos, las películas Der Fallersteller y Frühlings Erwachen se rodaron en Sachsenwald, en las inmediaciones de Aumühle, y es probable que la película en color Waldeslust se rodara en un lago de los Alpes de la Alta Baviera. Los actores eran miembros de la asociación naturista Bund für Leibeszucht (Asociación para el Cultivo del Cuerpo).

-Según declaraciones de la testigo, los productores no pertenecían a ninguna organización militar, sino que eran civiles bien vestidos con «buenos modales y una expresión muy cuidada».

-Las declaraciones de Fritz Hippler, el antiguo intendente de cinematografía del Reich, apuntan a un entorno extraoficial de la clase alta del nacionalsocialismo, tal vez incluso a la Sociedad Hedonista Swing, que se reunía en Berchtesgaden. Compuesta por miembros de la nobleza, artistas famosos, deportistas y actores, durante los años de guerra este grupo «vivía a lo grande en la Alta Baviera», en palabras del ministro Goebbels.

-Aunque al menos una de las películas de Sachsenwald se proyectó en un establecimiento público de la empresa sueca Bolaget, en Kiruna, en 1942, no se han hallado pruebas determinantes de que se produjera un negocio de intercambio con la compañía minera LKAB, con sede en Kiruna.

-Existe una pista inequívoca que permite seguir las películas hasta el norte de Africa, al Mineralölkommandos (comando petrolífero) del Afrika-Korps. Las películas de Sachsenwald, igual que las postales de desnudos, eran unos objetos de intercambio muy cotizados entre los beréberes. Como explica un testigo presencial, es probable que no se cambiaran «por alimentos, sino por concesiones».

-Dentro de la campaña de erradicación del nazismo emprendida por los estadounidenses, las películas de Sachsenwald también acabaron en la lista de obras prohibidas del Gobierno militar. Esto explicaría por qué se conserva un número tan reducido de copias.

Ningún ser vivo puede separarse de la Historia, de sus orígenes. ¿De qué se me acusa, pues? ¿De haber intentado reproducir un periodo de nuestra Historia demonizado por todo el mundo? ¿De haber representado el Tercer Reich desde el aspecto de la seducción y la ceguera? ¿Del nihilismo de los nazis?


THOR KUNKEL es escritor alemán. Su última novela, «Endstufe» (Fase final), basada en las películas de Sachsenwald, debería haber sido publicada a principios de año por la editorial Rowolth, pero en el último momento la obra no vio la luz por «diferencias estéticas y de contenido» entre el autor y los editores. Tras una intensa polémica, «Endstufe» saldrá en abril de la mano de la editorial Eichborn Berlin

Fuente: http://www.elmundo.es/cronica/2004/436/1077544520.html

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